¿Cómo
iniciar una buena lectura?
Por Nidia
Becerra.
La comunicación es la actividad humana por excelencia. Gracias a esta
facultad las personas han podido transformar el mundo y llenarlo de
significado.
O
Leamos el siguiente texto:
__Los ignorados melómanos del reino
animal___
Quizás una sonrisa asome a sus labios cuando lea la siguiente afirmación: Mozart, Beethoven, y
Schubert tienen más admiradores entre los irracionales que entre los racionales.
¿Ha
visto usted alguna vez la concentración con que algunos animales escuchan
música selecta? Si ello ha ocurrido, podrá entonces entender lo dicho al
comienzo; si no ha sido así, póngale atención a un ejemplar cualquiera, sea
doméstico o no – preferiblemente lo primero.
Porque
ocurre que la norma es general y no requiere para su cumplimiento que el
ejemplar amigo de la buena música sea el perro o el gato que reciben toda clase
de mimos; aún fieras salvajes logran sentirse atraídas y manifiestan agrado ante algún trozo de música
clásica. Los propios reptiles concentran su atención sobre el ritmo de alguna
partitura y las aves cantoras tratan de mejorar sus gorjeos luego de escuchar
notas de algún piano o violín.
Todas
estas manifestaciones han sido observadas por zoólogos e investigadores. Ellos
no saben aún si el oído de los animales
presenta cualidades educativas o si se trata de un simple reflejo.
Sin
embargo, algunos resultados han sido publicados y es así que en los últimos
años, científicos de distintos lugares del mundo han llegado a la conclusión de
que la sensibilidad de los animales hacia la música clásica está definida y los
efectos favorables que en ellos produce es palpable.
En
la mayoría de los hatos modernos, en los
cuales hay un gran número de vacas, la música clásica permanece en el ambiente,
comprobándose que la producción láctea ha ido en aumento, pues según se afirma,
los compases pausados de la melodía dan tranquilidad al ejemplar durante el
ordeño.
Algunos
circos europeos han implantado un sistema similar de ambientación musical, con
miras al apaciguamiento de las fieras en los periodos de receso de actuación o
en la fase previa de salir a escena.
Igualmente,
en algunos laboratorios experimentales, los pequeños roedores son sometidos a
escuchar música suave que los tranquiliza, antes de aplicar en ellos algunos
experimentos.
Pero,
valga la verdad, no vendría de más una aclaración que quizás ya esperan todos:
los autores citados, ni los demás compositores han escrito para animales. Son
simples casualidades que han quedado establecidas a través de los tiempos y de las
circunstancias, máxime ahora cuando la música de percusión ha vuelto a hacer su
aparición y a sentar sus dominios.
Antes
de existir los hombres, la tierra no permanecía en silencio: las olas se
quebraban en los acantilados, el viento aullaba entre el ramaje, las corrientes
fluviales murmuraban su lenguaje, con graznidos, ladridos, bramidos, silbidos,
etc.
Todo
ello, siendo sonido, todavía no era música.
Esta pertenece al hombre con exclusividad. Pues sólo él posee la ciencia
del mundo, y mediante la música se eleva sobre el simple sonido: es lenguaje
humano.
Nadie
puede escapar al deleite que le ofrece cualquier expresión musical. Aunque,
desde luego, hay gustos particulares. Hay quienes cultivan su gusto por la
música y son muchos los verdaderos melómanos esparcidos por en mundo entero.
Ahora,
frente a las circunstancias presente y en atención a las reacciones de los irracionales, hay que
aceptar que un grupo de melómanos ignorados se halla oculto en el reino animal.
______________
Tomado y
adaptado de: El fantástico Mundo de los Animales. COLCULTURA, Colección Popular,
Bogotá 1992.
1 comentarios:
muy bueno el texto grcias me audo en el estudio de la escuela.
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