sábado, 6 de octubre de 2012

TALLER Nº. 1



¿Cómo iniciar una buena lectura?

Por Nidia Becerra.



La comunicación es la actividad  humana por excelencia. Gracias a esta facultad las personas han podido transformar el mundo y llenarlo de significado.


O       Leamos el siguiente texto:



__Los ignorados melómanos del reino animal___




Quizás  una sonrisa asome a sus labios cuando lea la  siguiente afirmación: Mozart, Beethoven, y Schubert tienen más admiradores entre los irracionales  que entre los racionales.

¿Ha visto usted alguna vez la concentración con que algunos animales escuchan música selecta? Si ello ha ocurrido, podrá entonces entender lo dicho al comienzo; si no ha sido así, póngale atención a un ejemplar cualquiera, sea doméstico o no – preferiblemente lo primero.

Porque ocurre que la norma es general y no requiere para su cumplimiento que el ejemplar amigo de la buena música sea el perro o el gato que reciben toda clase de mimos; aún fieras salvajes logran sentirse atraídas  y manifiestan agrado ante algún trozo de música clásica. Los propios reptiles concentran su atención sobre el ritmo de alguna partitura y las aves cantoras tratan de mejorar sus gorjeos luego de escuchar notas de algún piano o violín.

Todas estas manifestaciones han sido observadas por zoólogos e investigadores. Ellos no  saben aún si el oído de los animales presenta cualidades educativas o si se trata de un simple reflejo.

Sin embargo, algunos resultados han sido publicados y es así que en los últimos años, científicos de distintos lugares del mundo han llegado a la conclusión de que la sensibilidad de los animales hacia la música clásica está definida y los efectos favorables que en ellos produce es palpable.


En la mayoría de los hatos modernos,  en los cuales hay un gran número de vacas, la música clásica permanece en el ambiente, comprobándose que la producción láctea ha ido en aumento, pues según se afirma, los compases pausados de la melodía dan tranquilidad al ejemplar durante el ordeño.

Algunos circos europeos han implantado un sistema similar de ambientación musical, con miras al apaciguamiento de las fieras en los periodos de receso de actuación o en la fase previa de salir a escena.

Igualmente, en algunos laboratorios experimentales, los pequeños roedores son sometidos a escuchar música suave que los tranquiliza, antes de aplicar en ellos algunos experimentos.

Pero, valga la verdad, no vendría de más una aclaración que quizás ya esperan todos: los autores citados, ni los demás compositores han escrito para animales. Son simples casualidades que han quedado establecidas a  través de los tiempos y de las circunstancias, máxime ahora cuando la música de percusión ha vuelto a hacer su aparición y a sentar sus dominios.

Antes de existir los hombres, la tierra no permanecía en silencio: las olas se quebraban en los acantilados, el viento aullaba entre el ramaje, las corrientes fluviales murmuraban su lenguaje, con graznidos, ladridos, bramidos, silbidos, etc.

Todo ello, siendo sonido, todavía no era música.  Esta pertenece al hombre con exclusividad. Pues sólo él posee la ciencia del mundo, y mediante la música se eleva sobre el simple sonido: es lenguaje humano.

Nadie puede escapar al deleite que le ofrece cualquier expresión musical. Aunque, desde luego, hay gustos particulares. Hay quienes cultivan su gusto por la música y son muchos los verdaderos melómanos esparcidos por en mundo entero.
Ahora, frente a las circunstancias presente y en atención  a las reacciones de los irracionales, hay que aceptar que un grupo de melómanos ignorados se halla oculto en el reino animal.










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Tomado y adaptado de: El fantástico Mundo de los Animales. COLCULTURA, Colección Popular, Bogotá 1992.

1 comentarios:

Unknown dijo...

muy bueno el texto grcias me audo en el estudio de la escuela.

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